Por Irene H. Yebrock
Suspendido en el silencio,
atado a un caminar eterno,
choca la brisa de sobras pasadas,
botella en mano con historias jamás contadas,
Arrastra el barco anclado a los pesares,
divisa gaviota el horizonte de los mil mares,
aprende el discurso de las armas punzantes,
entrega una rosa a todos los calvares,
Vuelve a casa viajera de páginas desgastadas,
entierra la
minuta encenizada,
borra tus danzares y caminos,
destiñe el óleo de mis destinos,
Llama a la lluvia en las penumbras,
quema las memorias de este día,
apunta experiencias de otra luz vivida,
y mañana bebe de la taza de rutinas.
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